Puede que no quieras mudarte de país porque te va bien en tu casa, con tu familia, amigos y trabajo. Pero, sin duda, debes viajar así sea de vacaciones a un país extranjero. Puede ser porque allí está tu grupo musical favorito o porque amas la moda de ese país. Sea cual sea la razón, no dudes en tomar el avión así sea una vez en la vida.
Te damos algunos argumentos.
Razones para viajar al extranjero.
1. La mente se expande.
Sí, suena a cliché, pero es la verdad. Salir de tu país te cambia la percepción de todo. Desde la manera de pronunciar las palabras hasta la manera de conducir, de saludar o de comunicar. ¿Por qué? Porque hasta el aire es distinto. Y eso hace todo cambie.
2. Extrañar al país propio hace falta.
¿Cuántas veces al día te quejas de tu ciudad? ¿Cuántas veces vas en el tráfico mañanero y dices “POR QUÉ YOOOO”? Sabes qué…¡pasa en todos lados! Ir de vacaciones a una ciudad te hace observar que todos en el planeta tenemos problemas con la ciudad, a todos nos molesta llegar tarde al trabajo, que el mal humor y las tristezas existen en cualquier sitio.
Y, de alguna manera, te das cuenta que no eres único. Y una vez que te das cuenta de eso, extrañas tu lugar de origen. Porque a pesar de todo lo malo, siempre, siempre, será tu hogar.
3. Conseguir cosas que no hay en tu país.
Puedes conseguir ese pantalón que tanto te gusta pero no ha llegado a tu país y que de verdad no quieres comprar en Amazon. También puedes ver moda local y ser el único con ese look en tu país natal.
4. Puedes hacer cosas que no harías en tu país. ¡Fuera el miedo!
Sip, nadie te conoce y nadie te ve. Puedes conocer gente increíble en el hotel donde te hospedas, en un bar, en la playa, donde sea. No se trata de hacer cosas ilegales o insensatas. No. Puedes simplemente sentarte a cenar y echar cuentos, tomar una copa de vino y listo. Hablar con extraños. Son las mejores experiencias de la vida.
5. Escuchar otro idioma.
Cuando dices, al menos, una palabra en otro idioma, y te entienden, es la gloria. Escuchar todo el día palabras en inglés, francés, italiano o lo que sea, te abre otros sentidos y te pone alerta. Sientes que eres un niño y debes leer las señales del rostro, las manos, todo. Y de verdad, cuando logran entenderte, se siente muy bien.
6. Comer, comer, comer.
Salirse de la comodidad de lo conocido, es fascinante. Aunque a veces dé un poco de miedo. Cuando estás de viaje no sabes muy bien con qué te vas a alimentar, pero sin penas: ¡Come! Si estás en México, abusa del picante y el limón. Si vas a Francia, abusa de la mantequilla. ¿Visitas Madrid? come toneladas de jamón.
Engorda y sé feliz.
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